domingo, 2 de diciembre de 2012

Además de serlo, hay que parecerlo.

Vamos a presuponer que todos nosotros somos inteligentes, unos más que otros. Hay personas que saben demostrar su inteligencia pareciendo no tenerla, y otros demuestran la carencia de ésta esforzándose en parecer que la poseen.
La inteligencia, al igual que la elegancia, se demuestra andando. Y algun@s realmente no sabemos andar con tacones...

Después de muchos años de lecturas sobre el tema, llego a la conclusión de que  la capacidad intelectual es la aptitud (que no actitud) para resolver problemas cotidianos, con más o menos rapidez, con más o menos eficacia, y sobre todo de ser inteligentes es el generar nuevos conflictos para así tener que resolverlos, de tal modo que la inteligencia se trabaja así continuamente obligando a las neuronas a esforzarse y a no aletargarse.
Según mi definición  llegué a comprender que  gente a la que creía muy inteligente es simplemente estándar, y viceversa. Otras cosas no soy capaz de entenderlas.

Aprendí que las vivencias que sentimos en carne propia,incluso desde que somos niños, pueden hacer que desarrollemos y/o mostremos ciertas características más que otras. Existen experiencias extremas para bien y para mal que nos ayudan o entorpecen el desarrollo mental en ciertos campos.
Las experiencias cristalizantes son positivas, y surgen cuando tenemos una vivencia que nos sirve de motivación. Las experiencias paralizantes nos bloquean, y están llenas de emociones negativas, y son capaces de frenar la inteligencia causando sensaciones de miedo, culpa, odio, vergüenza...
Los  superdotados son los mejores frutos del árbol de la humanidad pero a la vez son los que corren mayor peligro. Cuelgan de sus ramas más frágiles y pueden romperse fácilmente.

Inteligencia es la capacidad de adaptarse a los cambios, según Stephen King.
Así que... como decía Plutarco en su historia "Vidas paralelas": "La mujer del César además de ser honesta, debe parecerlo".